lunes, 23 de agosto de 2010

"La Fiesta Brava"

La tarde estaba completamente despejada, con el sol de medio día y el cielo azul anunciando un calor inminente que duraría el resto de la noche. Había llovido por la mañana, por lo que la tierra mojada desprendía el vapor de los charcos que ahí se habían formado. Era una tarde de verano hermosa para ir a admirar una corrida de toros.

La gente iba acercándose poco a poco a la plaza central. Los puestos del mercado tenían vida propia, y se exitaban más con la cantidad de visitantes que por ahí paseaban. La venta de comida, de recuerdos e ilusiones. Las personas se detenían a mirar lo que ahí se ofertaba, y regateaban con los comerciantes para obtener el mejor precio.

El olor a grasa animal quemada impregnaba el aire, el ruido bullicioso de las trompetas a lo lejos, el sonido de fiesta y la música de lídia llenaban el ambente de felicidad. El sentimiento de emoción en los corazones por presenciar una corrida más en esa plaza se mezclaban para hacer un día perfecto.

Miles de canciones se han escrito, de lidias que han quedado grabadas en la memoria del pueblo, con faenas que han hecho llorar de emoción y alegría al más fuerte y rudo de los asistentes. Canciones que han sido pasadas de generación en generación, y que han colmado de alegría a las masas que recrean en su mente las más grandes coplas y los mejores versos describiendo a sus héroes.

Dentro de la plaza, el silencio se hizo presente cuando el presidente dio por iniciada la fiesta. El respetable admiraba el paso de los rejoneadores y monosabios, de los picadores y banderilleros. Todos caminaban con paso decidido y elegante al centro del ruedo, pisando los pétalos de las flores tiradas a su paso, esperando enfrentarse a tan hermoso y noble animal, como lo es el toro de lidia.

Después de terminar el paseíllo, se escuchó el tronar de los cohetes en el cielo, y el publico comienzó a gritar de jubilo ante la apertura de las puertas del callejón. Desde los toriles, una bestia embravecida y majestuosa hizo su aparición veloz ante la mirada de asombro del respetable. Era su fuerza y su porte el que llenaba de temor al más valiente de los matadores. Y es de esa valentía demostrada ante el ruedo,  que se formaban las leyendas de nuestras canciones. Era una tarde de verano perfecta y hermosa para ir a admirar la fiesta brava...

jueves, 19 de agosto de 2010

"Colt 45"

Una gota de sudor le recorría la frente. En la mano empuñaba una pistola Colt calibre 45 cargada. Estaba consiente de todas y cada una de las sensaciones que lo rodeaban. Sentía lo frío del metal  del mango en sus dedos, el peso de la pistola,  la descarga de adrenalina que se reflejaba en la espalda y cuello, el sabor metálico de la sangre en la boca y el olor a muerte a su alrededor.

Estaba tranquilo. Pensaba tan rápido en todas sus opciones que las ideas se le arremolinaban en la cabeza todas a la vez, no sabía cómo escapar de la situación en la que se había involucrado casi sin pensar en las consecuencias que podrían traerle.  Recordó que había visto una ventana en el baño que se encontraba en la oficina del banco. Quizá podría escapar por ahí, aunque era algo pequeña y le costaría trabajo pasar todo su cuerpo por ahí.   La ventana daba a una caída de cuatro metros a un patio interior, desde donde podría después saltar una barda que daba hacia la calle que estaba en la parte posterior del banco y de ahí tratar de huir. 

Miró por la orilla de la ventana hacia el frente del banco tratando de sopesar otras opciones, pero había ya allí patrullas y oficiales armados con escopetas y rifles.  Al fondo se oía el llanto de una niña, y su mamá desesperada trataba de hacerla callar. Tenía que salir de ahí cuanto antes ya que sabía que si lo atrapaban terminaría en la silla eléctrica.  El plan no incluía matar a nadie inicialmente, pero las cosas se habían salido de control.  El golpe debería de haber sido rápido y limpio: entrar y salir con el dinero, huir y esconderse por un tiempo hasta que las cosas en los noticieros se hubieran calmado.  Jamás esperó que un policía retirado tratara de desarmarlo.  Un sólo disparo acabó con su vida de inmediato, ya que la bala entró por el cuello y salió por el cráneo, esparciendo en todas direcciones materia gris, huesos y sangre. La gente entró en pánico, por lo que tuvo que disparar al guardia que intentó tomarlo por sorpresa después del ataque del policía. El guardia se desangró lentamente, entre los gritos de desesperación de los clientes que veían como agonizaba y pedía ayuda. La alarma silenciosa había sido activada desde que entró al banco y gritó que era un asalto.  Una cajera había alcanzado con el pié el botón antes de tirarse al piso. Volvió a mirar por la ventana y se decidió.  Revisó nuevamente su arma.  Tenía 5 balas en el cargador.  Se movió rápidamente a la parte de atrás de la oficina, se enfiló a la ventana y comenzó a subir.

Una gota de sudor le recorría la frente.  En la mano empuñaba un cuchillo. Estaba conciente de todas y cada una de las sensaciones que lo rodeaban. Sentía la textura del mango en sus dedos, el peso del cuchillo en su mano, la descarga de adrenalina que se reflejaba en la  espalda y cuello, el sabor metálico de la sangre en la boca y el olor a muerte a su alrededor. Sabía que debía escapar lo antes posible de ahí, ya que en poco tiempo llegaría la policía debido a los disparos que se habían realizado. No podía pensar claramente debido al estrés al que estaba sometido.  Jamás había matado a nadie, y le espantaba la idea de que lo metieran a la cárcel por ese crimen.  Había sido en defensa propia ya que el traficante al que le debía dinero le había disparado al enterarse que no tendría suficiente para pagar sus deudas.  Por suerte estaba tan drogado que había fallado los dos disparos que hizo, los cuales le pasaron uno cerca de la cabeza, y el otro rozándole un brazo.  Tomó un cuchillo que estaba en la mesa frente a él, y se abalanzó sobre él encajándoselo al traficante en el cuello, y después en el pecho tantas veces que se había quedado sin aliento. Recordó que había una puerta trasera en la casa. Revisó el cuchillo que aún tenía en la mano y pensó que debía esconderlo.  Se movió rápidamente a la puerta y comenzó a correr.

Una gota de sudor le recorría la frente.  En la mano empuñaba un tubo. Estaba conciente de todas y cada una de las sensaciones que lo rodeaban. Sentía el peso del tubo en sus dedos adoloridos, la descarga de adrenalina que se reflejaba en la espalda y cuello, el sabor metálico de la sangre en la boca, el olor a sangre a su alrededor. Sabía que debía escapar de ahí.  Nunca había golpeado a nadie tan fuerte en su vida, y los nervios hacían que le fuera difícil mantenerse en pie. No tenía fuerza en las piernas, y sentía que se iba a desmayar. Durante años su padrastro había golpeado a su madre, a su hermana y a él sistemáticamente, haciendo insoportable la vida bajo ese techo.  Vivía gastando en alcohol lo poco que su madre ganaba trabajando terceros turnos como enfermera en un hospital.  Ese día había llegado al límite.  Había tratado de abusar de su hermana de 14 años, y él no iba a permitir eso. Cuando comenzó a abrazarla y tocarla a la fuerza en la cocina de la casa, un hilo de furia se había desprendido de su interior.  Salió de la casa y tomó lo primero que encontró. Regresó y comenzó a golpear repetidamente y con todas sus fuerzas al hombre que durante años había sido el infierno en su casa, dejándole inconsciente y malherido en el piso de la cocina.  Tiró el tubo de los nervios ya que debía desaparecer de ahí lo antes posible.   Se movió rápidamente a la puerta y comenzó a correr.

Una gota de sudor le recorría la frente. En la mano empuñaba una pistola Colt calibre 45 descargada. Estaba consiente de todas y cada una de las sensaciones que lo rodeaban. Sentía lo frío del metal en sus dedos, el peso de la pistola que estaba sobre su mano ,  la descarga de adrenalina que se reflejaba en la espalda y cuello, el sabor metálico de la sangre en la boca, el dolor profundo en el pecho que le impedía respirar,  la sangre que brotaba de las heridas de bala que la policía le había hecho al disparar.... y el olor a muerte a su alrededor.

lunes, 16 de agosto de 2010

"El café del Sargento Pimienta"

…La tenía entre mis brazos, y no podía soltarla. Sentía la fuerza de su abrazo, el ritmo de su respiración, los latidos de su corazón, su cuerpo apretado contra el mío, el perfume de su cabello, y el calor de sus mejillas. Con fuerza la apretaba en mis brazos, y sentía un calor recorrer mi cuerpo entero. ¿Podría ser que…?

I was alone, I took a ride
I didn’t know what I would find there
Another road where maybe I
Could see another kind of mind there
Ooh then I suddenly see you
Ooh did I tell you I need you
Every single day of my life

No sé cuanto pasamos así.  El tiempo detuvo su marcha, la gente a nuestro alrededor nos veía con ojos extrañados, parados a la mitad de un Starbucks simplemente abrazados, pero para nosotros no existía nadie más en el mundo que ella y yo en ese momento. Y es que cuando estamos juntos, aunque el tiempo no existe, nunca es suficiente.

Dear Prudence, won't you come out to play
Dear Prudence, greet the brand new day
The sun is up, the sky is blue
It's beautiful and so are you
Dear Prudence won't you come out to play

No podía dejarla ir. ¡No quería dejarla ir! ¿Cómo iba a pasar el resto de mis días, de mis noches, de mi tiempo sin estar con ella? Poco a poco se había metido en mi cabeza, en mis sueños y en mis anhelos.  Ahora ya no sabía como abrir mis brazos y dejarla ir de nuevo.

Something in the way she moves,
Attracts me like no other lover.
Something in the way she woos me.
I don't want to leave her now,
You know I believe and how.
Somewhere in her smile she knows,
That I don't need no other lover.
Something in her style that shows me.
I don't want to leave her now,
You know I believe and how.

Besé su mejilla, sin dejar de sentirla entre mis brazos. Quise mirarla de nuevo, por que no podía cansarme de su rostro, de su perfil, de su sonrisa, de sus ojos. Sonrió levemente, dejándome ver que estaba disfrutando ese momento casi tanto como yo. Y cuando sonreía se iluminaba lo que hubiera alrededor, todo era más hermoso.  Ella era hermosa.

All these years I've been wandering around
Wondering how come nobody told me
All that I was looking for was somebody
Who looked like you
I've got a feeling, that keeps me on my toes


Intercambiamos un par de miradas sólo para volver a abrazarnos y no dejarnos ir por un tiempo más. No quería que ese momento terminara nunca, y no quería pensar en nada más. Estábamos solos, suspendidos en un espacio sin lugar, en un momento sin tiempo, estábamos abrazados en la nada.

Do you need anybody?
I need somebody to love.
Could it be anybody?
I want somebody to love.
What do I do when my love is away?
(Does it worry you to be alone?)
How do I feel by the end of the day?
(Are you sad because you're on your own?)


Cuando dejamos de abrazarnos y abrí finalmente mis brazos, sentí como físicamente nos habíamos separado, pero algo más había pasado en mí. No pude hacer otra cosa que guardar ese sentimiento en mi memoria, y dejarlo ahí.  Había tenido uno de esos momentos que uno no olvida fácilmente. Quería tener miles más   el resto de mi vida. No quería estar con nadie más que no fuera ella.


You'll never know how much I really love you.
You'll never know how much I really care.
Listen, Do you want to know a secret?
Do you promise not to tell?
Closer, Let me whisper in your ear,
Say the words you long to hear,
I'm in love with you…


martes, 10 de agosto de 2010

"Día de verano"


La lluvia caía en la ciudad cuando él caminaba por esa calle. Sentía como cada gota lo golpeaba, como cada pequeña explosión en su rostro lo refrescaba y lo llenaba de vida. Había vagado tanto tiempo por esas calles sin rumbo que conocía a la perfección cada grieta en el pavimento, cada imperfección en el piso, y cada marca en las paredes.Desde hacía años que había tomado esa costumbre de vagar mientras pensaba en lo que le había pasado en el día. Y no importaba la lluvia porque incluso la esperaba con ansia. Le gustaba salir a caminar mientras llovía, porque para él era una purificación, una manera de estar en contacto de nuevo con esa naturaleza a la que pocas personas le ponen la atención que merece.

Siempre le extrañó ver como las personas corrían de la lluvia y se refugiaban bajo algún techo a esperar a que pasara... casi como si esa lluvia fuera intocable, como si el simple hecho de mojarse fuera algo inconcebible.Y él era raro para el resto de las personas, ya que ver a un tipo caminar bajo la lluvia como si lo hiciera bajo el sol de verano en un jardín lleno de flores era una locura... "De seguro está loco y se ha escapado de alguna institución mental el pobre", decían los que no le conocían. Y creo que si hubieran podido leer la mente de nuestro personaje, se habrían dado cuenta que en efecto estaba loco, igual que el resto de las personas en este mundo. Su mente viajaba y divagaba a lugares insospechados en cada caminata, casi como si su alma estuviera en otro lugar, y su cuerpo solo fuera un pedazo de carne y huesos vagando con la mirada perdida en otro universo paralelo del cual el resto de la humanidad no tuviera conciencia.

Cada paseo que habia tenido era muy parecido entre sí. Se detenia un momento a admirar detenidamente las copas de los arboles, siempre en busca de algún nido, o simplemente a ver el movimiento de las ramas en las tardes llenas de viento o tormenta. Pero ese día iba a ser diferente a los demás, y no solo por la obviedad de que ningún día es igual a otro, sino porque ese día en especial, nuestro personaje conocería al amor de su vida.

La lluvia había caído durante media hora, y las calles por las que caminaba estaban vacías, llenas de charcos que atravesaba como si no existieran. Su mente en ese momento divagaba con una canción en específico, un jazz que había escuchado por primera vez por la mañana, y que en pocas horas se había vuelto su obsesión. No entendía por que no podía sacarse de la cabeza esos compases, esa trompeta realizando un viaje de escaladas melódicas, acompañado por un bajo que le caló hasta la medula, y que de extraña manera lo llenaba de una paz que no había sentido antes. Se preguntó varias veces como había podido pasar casi treinta años de su vida sin haber escuchado al maestro Miles Davis tocando su opera prima.

Levantó la mirada para ver si el cielo le entregaba una respuesta a sus preguntas sin respuesta, implorando que se abrieran las nubes en medio de una demostración de efectos especiales (cantos de angelicales, luz cayendo en forma de reflector sobre su rostro, y la voz imponente de Dios dándole razones que a ningún otro ser humano daría jamás). Pero como se podrán imaginar, eso nunca pasó (creyó escuchar los cantos de los ángeles, pero era solo una ambulancia pasando a lo lejos). Lo que en cambio si encontró su mirada fue una silueta a lo lejos caminando como si estuviera haciéndolo bajo el sol de verano en un jardín lleno de flores. Era la mujer más hermosa que había visto jamás, (Y debo confesarles queridos amigos, que no era una modelo esta mujer, no era la más alta, ni era un rostro digno de ser recreado en mármol por algún escultor grecorromano, pero debo recordarles que era ella el amor de su vida, y él debió de haberla reconocido de cierta manera diferente, que no puedo explicarles aquí).

Su mente quedó en blanco, incluso creo que un hilo de saliva le cayó de la comisura de la boca (o como ule dicen en mi pueblo, "se le cayó la baba"), su corazón cambio el ritmo de un instante a otro. Mariposas, abejas, abejorros, golondrinas, gallos, gallinas y una avestruz revoloteaban en su estomago. Las nubes se abrieron de par en par, la luz del reflector del Sol cayó sobre esta desconocida, y se escucharon los cantos de los Ángeles a cada paso que ella daba.

Cuando por fin pudo reaccionar, vio como esta mujer entraba en una cafetería a la que él jamás había prestado atención. Tomó valor respirando varias veces, se limpió la baba, trago algo de saliva para tratar de aplacar la fiesta de aves e insectos que había en su estomago, y se dispuso a entrar detrás de ella a este café. El calor del lugar lo envolvió, el sonido de las charlas llenó sus oídos, el olor del café tostado se mezclaba con el olor a pavimento mojado de afuera, y con el de tarta de fresas que había en los estantes de la entrada, llenos de panqués y postres que se veían deliciosos.

Sólo podia buscarla con la mirada. Ella se encontraba al centro del lugar, sentada ya en una mesa adornada con una rosa en un florero blanco. Había sacado de su bolso un libro que se disponía a acompañar con un café, mientras se secaba el rostro con un pañuelo. Estaba empapada. Su abrigo se encontraba en un perchero a la entrada del café, goteando aun en el piso.

Nuestro personaje, sin pensar en nada más que conocer a esa mujer, dió un paso decidido hacia ella (su cabeza se encontraba en un estado de estupidificación, que de haber llegado a ella en ese momento, sólo habría podido emitir algún ruido gutural y cavernícola). Pero de pronto su estado de estupidificación se vió interrumpido, ya que escuchó en su cabeza de nuevo las primeras notas de la canción que había tarareado todo el día... El bajo y la trompeta del maestro Davis comenzaron a llevarlo de nuevo en un viaje, que como su titulo dice, hacía que nada mas importara... "So what". Y se dio cuenta que no era su cabeza la que reproducía la canción, sino las bocinas del sonido del café.

Cuando volvió en sí y reaccionó, miró a esa mujer que tanto anhelaba conocer, y se dio cuenta de la cara de sorpresa que ella tenía también, mirando incrédula la bocina, y sonriendo como si no creyera en la suerte que tenía de que esa canción estuviera justo en ese momento sonando. Era su canción favorita, y todo el día había estado esperando escucharla.

Y como si hubieran estado toda su vida preparándose para ese momento especifico, como si cada caminata al sol del verano en un jardín lleno de flores los hubiera llevado a ese lugar, sus miradas se cruzaron por primera vez, admirándose el uno al otro sin entender qué sentían. Se sonrieron mientras el jazz los acompañaba al ritmo de la vida, y no dijeron nada más...