miércoles, 20 de abril de 2011

De osos, codornices voladoras y ojos que chillan...

¿Alguna vez han hecho el oso de la vida? ¿Alguna vez han metido la pata, y han querido que se abra la tierra y los trague hasta lo mas profundo de sus entrañas? De esas que dicen "Dios, ¿Por qué no cae un puto rayo cuando se necesita?". Pues creo que todos en algún momento nos hemos encontrado en alguna de esas terribles situaciones.

Me da risa acordarme, pero una de las más cercanas que me pasaron fue hace cerca de un mes. Iba yo a un concierto en domingo (que por cierto, aún debo hacer mi entrada de los conciertos), por lo que pasé por mi eterno compañero de conciertos el Paco (Si no lo conocen, tiene un blog de conciertos precisamente: paquitolopez.blogspot.com). Ya que íbamos en camino, decidimos parar en un cajero Bancomer que se encuentra junto a Hooters en Altavsta sobre Insurgentes. Bajamos los dos para sacar la lana para las chelas. Veníamos platicando mientras sacábamos dinero, y al regresar hacia el carro, el idiota del Panda no se da cuenta que había en su camino una puta banquetita amarilla (tope de estacionamiento), y se tropieza con su patita de hobbit. Trastabillé tres pasos antes de darme cuenta que no iba a poder rescatar la maniobra. Mi magnánimo cuerpo iba en caída libre al suelo. A pesar de que tengo el cuerpo de un Panda Gigante, soy bastante ágil y atlético, así que decidí caer de la mejor manera, metiendo el hombro y lomo para amortiguar el golpe. Pequeño detalle: acababa de llover, así que fui a estrellarme en el charco mas sucio y apestoso de todos los alrededores, salpicando agua como Keiko en todas direcciones (si Keiko hubiera caminado y caído en un charco de agua sucia). Paquito corrió a preguntarme si estaba yo bien, (pero bien pendejo), mientras mojaba sus pantalones de la risa (junto a una pareja que estaba en su camioneta en el semáforo en ese preciso instante y vieron como caía, seguramente en cámara lenta...) Recuerdo que me quedé tirado unos instantes mientras me reía y me daba cuenta que iba a pasar todo el concierto de ese día oliendo a charco estancado. No me lastimé nada, no me rompí nada... Solo me abollé el orgullo y la autoestima que me quedaba se me escapo entre las risas de Paco y los tarados de la camioneta.

Otra de las veces que recuerdo que pase una vergüenza del tamaño del diablo fue en la universidad. Estaba en clase de Dinámica (como física Newtoniana avanzada... Recuerden que soy Ingeniero) y recuerdo que me sentía un poco indispuesto del estomago. Tenía unos trinches retortijones que no podía con ellos... Parecía que una maldita marmota estaba revolcandose en mis tripas mientras se pedorreaba dentro de mi. Estaba yo sentado al frente de la clase, tecnicamente sólo en 3 filas (si... En clases era medio ñoño) y el profesor divagaba alguna estupidez. Recuerdo que en mi estúpida mente, pensé que si "liberaba" un poco de presión, me sentiria mejor, y en el anonimato que te da un grupo de estudiambres que comen cualquier porquería porque nunca traen dinero, podría ver feo a cualquiera para imputarle la culpa antes que nadie. Oh mi Dios... ¡¡parecía que me iba a morir!! Cómo si hubiera comido caca, el olor era completa y absolutamente nauseabundo. Y para hacerlo peor: en ese momento al profesor se le ocurre acercarse hacia donde estaba yo solito, mientras se dirigía a toda la clase. Juro que le lloraron los ojos (a mi me estaban chillando como si cortara cebolla). Creo que cuando le dió el golpe, estuvo a dos de desmayarse pero mantuvo la calma. Se encaminó a la puerta mientras seguía hablando, y la abrió... mientras, el Panda se moría por dentro de la pena (y del asco...  neta que me estaba muriendo de algo...)

Siempre he creído que lo mejor que debes de hacer es reírte, y tratar de pasar la pena lo mejor posible. Normalmente no soy una persona que se apene facilmente. Normalmente me verán riéndome, haciendo escándalo, ruido, cotorreando a meseros, cajeros, etc etc. Pero hay veces que ni eso es suficiente para pedir que te aplaste King Kong, o te trague la tierra. Uno de los mejores osos que me he aventado en mi vida y donde de verdad estaba apenado, fue hace cerca de 3 años. Acababa yo de entrar a mi actual lugar de trabajo, tenía escasos 15 días, cuando me tocó ir con toda el área de ventas a un curso regional a Monterrey. Fui con mi jefe, un cuate de 34 años que se comportaba como si tuviera 54, completamente serio, político y... para que me engaño... muy mamón. Además había cerca de 10 gerentes de Ventas de diferentes franquicias, así como gente de corporativo. A la hora de la comida del último día nos sentamos en una gran mesa en el restaurante del Camino Real, mi jefe a la derecha, una gerente GUAPÍSIMA a mi izquierda. El platillo fuerte eran codornices en salsa de pimienta. En medio de la plática, mientras reíamos, y yo trataba de conocer mejor a la gerente a mi izquierda (por puro interés profesional... necesitaba saber la talla de su brasiere), no sé como al tratar de cortar un pedazo de la PINCHE codorniz, se me resbala la mano del cuchillo... ¡y doy UN MANOTAZO a la salsa! No mames con la escena en cámara lenta, si hubiéramos tenido la cámara Phantom grabando hubiera sido espectacular. Salsa volando en todas direcciones, a mi cara, a la cara de la gerente guapísima, a la corbata de mi jefe, ver como cambiaba la cara de mi jefe a la cara de ¨Te voy a matar lentamente". Y por mi cabeza sólo pasó la frase "Te van a correr pendejo... hasta aquí llegaste". Y recuerdo las risas, las carcajadas, un gerente que se ahogaba por que no podía parar de reír... Juro que creí que se iba a morir.  Y la salsa maldita estaba en todos lados. Neta como explosión llegó a todos los rincones. Y obvio yo estaba pasmado, chorreando salsa hasta por las orejas. Gran manera de tener una bienvenida a la empresa.

Así que ya saben, todos tenemos historias penosas así. Todos hemos querido que nos trague la tierra y desaparecer como por arte de magia. Pero lo mejor que podemos hacer siempre es sonreír, y tomarlo por el lado amable. Ahora si me disculpan, voy a llorar en posición fetal hasta quedarme dormido.

jueves, 20 de enero de 2011

"La Luna y la Noche"

Siente el frío en el rostro, la negrura de la noche cubriendote con su manto de estrellas, cada una brillando como si fueran pequeños diamantes, como si fueran reflejos del mar por la noche.  Te fijas en lo patrones que se dibujan a la distancia, en todos los caminos que llevan a ningún lado, y en todas las constelaciones que cobran vida ante tí.


Miras los destellos de las luces de las casas que están a lo lejos y que se unen a la danza de las estrellas. Te imaginas a las personas que ahí viven, como llevan sus vidas tranquilas de campo, compartiendo esta tranquilidad, viviendo este cuadro perfecto de paz. Te imaginas a los niños que ahí viven, y los juegos que deben inventar durante el día, rodeados de esta naturaleza. Piensas en las familias reunidas allí, y sonríes.


Cierras los ojos y respiras el aire frío que te llena de tranquilidad. Abres los brazos y sientes el abrazo del viento que rodea tu cuerpo. Sientes como te golpea con la suavidad de un pétalo de rosa, cómo con su mano te acaricia y te hace saber que todo va a estar bien.


El campo donde te encuentras te regala la sinfonía de su paz, con el sonido de los grillos entonando sus melodías, el viento golpeando las copas de los arboles, las hojas meciendose al compás de la vida. Todo se combina a la perfección, cada nota emitida por la noche, cada canción que entona esa maravillosa orquesta.


Miras al cielo y ves las nubes iluminadas por la luz mas bella que has visto jamás. Una luz pálida y blanca que  genera las mas intrincadas sombras en todo lo que ilumina. Y estas nubes se mueven rápido, anunciando una tormenta próxima.


Hay pequeños destellos en esas nubes que iluminan todo por un instante. Son truenos lejanos que rompen la tranquilidad de la noche, y que muestran lo que los ojos no pueden ver a la distancia en la oscuridad. Esperas un poco y escuchas el tronar lejano, que se une a la melodía que la noche te ha regalado.


Y de pronto de entre esas nubes emerge, con su majestuosidad y su blancura la Luna mas perfecta y hermosa que hayas podido ver en tu vida. Es una Luna llena que ha salido de su cobija de nubes, llenando tu mirada con esa luz pálida que quema, y que te hipnotiza con su belleza.


El viento arrastra las nubes nuevamente sobre ella, y te das cuenta que esa luz que emana las llena de vida, transformandolas en seres vivientes que recorren los negros pastizales, galopando a momentos, volando a otros, siempre guiados por las estrellas.


Y es bajo esa danza nocturna que admiras la noche. Vuelves a mirar directamente la Luna, y esta te regresa la sonrisa que le has regalado hace un instante. Tu mirada se pierde en ese momento, y el tiempo se ha unido al de esa Luna, compartiendo con todos los que la han admirado en algún momento, los versos y poemas que se han escrito en su honor.


Musa, amante, confidente y amiga. Una eternidad ha enamorado miradas, ha iluminado a lo novios en la furtiva oscuridad, y ha derramado lagrimas por nuestras tristezas. Pero hoy es tu espejo. Por hoy quien la mire detenidamente y se pierda en su blancura, verá tu sonrisa y tu mirada reflejadas en ella.


Por hoy la Luna eres tu...

viernes, 14 de enero de 2011

"La Primera"

Levanté la mirada y ella estaba frente a mí. No supe qué decir ni supe como reaccionar cuando se percató que la estaba observando. Comencé a sentir como algo se rompía dentro de mí, como si un frasco se hubiera vaciado en mi interior. No sé ni entiendo lo que pasa cuando se tienen mariposas en el estómago, pero en mi caso era más como un remolino, una maldita avestruz la que causaba un revuelo en él…

Estábamos tomados de las manos, las suyas frágiles y delicadas entre las mías. Yo jugueteaba con ellas, mientras no pensaba en otra cosa más que en besarlas. 
El lunar que tiene en el cuello me invitaba a acercarme a él, a besarlo y a morderlo. Pero estaba yo inmóvil, paralizado y sin poder hacer nada de los nervios de tenerla cerca. 

-¿Qué pasa? – dijo ella con su voz pausada y tranquila, como si nada pasara. 
-Nada… no lo sé… no sé por que no puedo hacerlo… 
-¿Hacer qué? – preguntó ella con su sonrisa que me dejaba ver su mirada juguetona, pero coqueta a la vez. 
-No sé por que no puedo besarte… 

Nuestro silencio invadió la habitación. De música de fondo se escuchaba “Iris” de los Goo Goo Dolls, pero no podía ponerle mucha atención, por que en mi cabeza sólo existían las palabras que acababa de decirle. 

Y no puedo imaginar qué era lo que pasaba por su cabeza, porque desvió la mirada a la ventana que daba al jardín y se quedó mirando a las flores que había en él. Estuvimos así un rato, sin soltarnos de las manos y con su cabeza recostada en mi hombro. Podía sentir su respiración y sus suspiros intermitentes. Podía sentirla cerca de mí. 

Y así podría haberme quedado viviendo ese instante una y otra vez, suspendidos en el tiempo, donde una sola respiración nos tomaba horas realizarla. Aspiré su perfume, llenándome de su fragancia y de su olor a mujer. No sé cuanto tiempo pasamos así. No puedo decir si fueron segundos, minutos u horas… pero ese letargo en el que caímos hizo que por un momento desaparecieran mis nervios. En el fondo se escuchaba “Angel” de Jimmy Hendrix, cuando de pronto levantó la mirada, y sin pensarlo me dijo: 
-Sabes… te quiero mucho… 
Mi cerebro se tropezó, cayó por las escaleras, se levantó y se resbaló de nuevo sólo para terminar en mi estómago. Sin pensarlo mucho, intenté besar su mejilla, pero debido a la posición rara en que nos encontrábamos besé parte de sus labios. 

Los dos cerramos los ojos, mientras sentía su respiración y sentía el calor de sus mejillas cerca de mi boca. Ella era tan blanca que al menor roce de su piel hacía que se sonrojara como una manzana al sol de la media tarde. Mi instinto fue intentar besarla de nuevo, pero al mismo tiempo ella hizo lo mismo. 

¡Fue como una explosión, como un cataclismo! Sentía que moría de la felicidad. Un fuego me quemaba por dentro, mis defensas se tambaleaban. Sonaban todas las alarmas al unísono: incendio, terremoto, robo. ¡Por fin estábamos besándonos! Yo sentía como sus manos apretaban las mías, cómo buscábamos nuestros rostros. De música de fondo sonaba “Angie” de los Rolling Stones.

Nos separamos lentamente, aun con los ojos cerrados. Al abrirlos, me encontré con su mirada, que no podía esconder lo que también estaba sintiendo. Sonreímos y no dijimos nada más. El primer paso estaba dado, las alarmas se apagaban una a una, mientras que mi pulso regresaba a la normalidad, mi respiración se tranquilizaba y mi cerebro subía por la escalera hasta su lugar, dentro de mi cabezota. Ya con la conciencia de lo que había pasado, tuve la seguridad de intentar besarla de nuevo. La miré nuevamente, y me di cuenta que era hermosa. Me acerqué a besarla lentamente… 

En el momento que mis labios rozaron los de ella, de nuevo sonó una alarma., pero esta vez era diferente a las demás. Abrí los ojos y todo era oscuridad… ¡estaba en mi recámara! Voltee la mirada al despertador de mi buró: las 5:05 de la mañana. 
-¡Por fin la he besado! En sueños… ¡Pero por fin la he besado!

martes, 4 de enero de 2011

De hospitales, accidentes y doctores manchados...

¿Han estado hospitalizados alguna vez? Espero que la respuesta sea que no, porque es una de las experiencias más culeras que una persona puede sufrir. Yo he tenido el infortunio de estar hospitalizado dos veces en mi vida, las dos veces por "accidentes" que se me han cruzado en mi camino... (la neta la primera vez fue porque me acuchillaron en la pierna, la segunda por un choque). Pero ahora años después de ver lo que viví en cada una de esas experiencias, me doy cuenta que neta es muy pinche el estar hospitalizado.

Hace diez años, terminé en el hospital Ángeles en la sala de emergencias, luego de que en un asalto terminé acuchillado en el muslo izquierdo, por la parte de atrás. (Es una historia larga y no tan divertida, pero es una de las experiencias que más me han marcado en mi vida). Lo que quiero contarles es mi experiencia en el hospital y no lo que me llevó ahí.

Me operaron, y estuve casi 5 horas en quirófano pa que me dejaran como  nuevo. Cuando desperté de la anestesia, estaba yo pateando, con 3 enfermeros encima tratando de controlarme, mientras gritaba que me dejaran (creo que seguía peleando y con adrenalina a todo lo que daba). Ya que me pudieron controlar y tranquilizar, me dejaron solo a que despertara en recuperación. Ya que empecé a medio tener consiencia de lo que pasaba a mi alrededor, y acordarme que me había llevado ahí, empecé a hacer inventario de que me sobraba y que me faltaba en mi puerquesito. Me ví las muñecas llenas de intravenosas, tenía yo chupones (de esos pa medir el corazón) en las chichis y en el pecho, vi que de mi pierna izquierda salía un tubito que venía de la herida, y que mi pierna estaba toda vendada (es el drenaje, para que toooodo lo que se junta en las heridas salga del cuerpo y evites infecciones). Pero derepente sentí algo extraño en el "pandita". Levanté lentamente las sábanas, y cuál es mi sorpresa, ¡que tenía yo una manguerita que salía del tuerto! Y lo primero que pensé fue "¿Cómo chingados metieron eso ahí? ¡Me acuchillaron la pierna! ¿por que meterse con mi pistiote?"... y luego mi preocupación se volvió otra... "¿Cómo mierda piensan sacarlo de ahí? ¿Me van a volver a anestesiar para sacarlo?...

Los siguientes días después de la operación, me di cuenta que era una de las situaciones más comodas sobre la fas de la Tierra, ya que yo no tenía que hacer ningún esfuerzo de nada, no me daban ganas de hacer pipí, y sólo veía como llegaban las enfermeras a cambiar bolsas y bolsas llenitas. Así que por un tiempo estuve conforme con esa sonda que me habían metido en salva sea la parte. Pero cuál va siendo el terror, cuando llegó el Doctor y me dijo que me tenían que sacar la dichosa sonda porque sino corría risgo de infectarse, mi respuesta fue "¿Y neta no me va a anestesiar? ¿No la podemos dejar ahí?"... ¿Cuál creen que fue la respuesta?

Entró una enfermera muy linda, y me dijo mientras me levantaba la batita (que como odio esas chingadas batitas) "Voy a contar hasta tres, y voy a sacarlo. No vas a sentir nada, pero necesito que respires profundo"... ¿Porqué chingados tengo que respirar profundo si no voy a sentir nada?...  "Unaaaa"  y sentí como agarraba la manguerita que tenía yo en el heredero...  "Doooooos"...  "Hay no mames... ¿entonces respiro cuando diga tres?, ojalá y no se sienta nada...." y nunca llegó el tres...  sólo sentí uno de los peores dolores, adores y molestias que había sentido en mi maldita vida. Se me nubló la vista,  y yo juraba que me habían sacado la vejiga completa por el miope... casi me desmayo...

Ahora de las batitas. ¡NO MAMEN! ¿Qué les cuesta hacer una batita que no ande mostrando tus miserias por donde pasas en el hospital si tienes la suerte de caminar mientras estás ahí? Uno anda cuidándose que no se le vean las naylons, pero es imposible. Lo único que se me ocurre es ponerte una batita por adelante y una por detrás. A la chingada, porque sino, parece que les encanta tenerte a tiro de piedra con las nachas al aire (digo... las mías son bonitas, ¿pero y las personas que las tienen feítas?)

Otra de las cosas espantosas que hemos tenido que vivir las personas que hemos estado en un hospital, es el terrible y maldito "Pato"... Ya que me habían quitado la dichosa manguerita mágica y me habían creado un trauma de por vida, yo seguía sin poder mover la pierna por lo menos por una semana más. Así que cada que tenía que ir al Pípi Room, me pasaban una madre espantosa, que de pato no se que demonios tiene. Nunca le encontré la chingada forma a un pato, no hacía cuac cuac, ni era agradable de ninguna manera. Creo que la peor parte era tener que pedir el pato, meterlo abajo de las sábanas, y tener que sufrir la penuria de hacer chis en esa madre enfrente de quien te la había pasado.

Pero creo que la peor cosa que te toca usar es el "Cómodo"... (¿Cómodo? ¿Cóoomodooo? ¡El hijo de su reputisima madre que le puso nombre jamás tuvo que cagar en una madre de esas!) Y para ser sinceros yo tampoco, pero el simple hecho de imaginármelo me dá escalofríos. Resulta que después de la operación como perdí mucha sangre, me pusieron dos unidades del vital líquido (un litro), y el otro litro tenía que generarlo yo sólo. Así que me pusieron a dieta de engorda (si si si... ya sé... sirvió demasiado bien). Me daban de comer como pavo navideño, con platotes de fruta, carnes frías, gelatinas, verduras, ensaladas, arróz, y demás cosas que estuvieran caducas en los refrigeradores de esos cabrones. Y como para mí uno de los grandes placeres de la vida es la comida, pues le entraba con singular alegría.

Después de 4 días de estar desayunando, comiendo y cenando lo que comería un jabalí salvaje, me dí cuenta de algo extraño: no había yo tenido necesidad alguna de ir a donde el Rey va sólo, a Rayar la porcelana, a hacer carita de león, a...  bueno, ustedes entienden... y me preocupé un poco. Yo soy una maquinita afinada, y este hecho me sacó de onda. En cuanto llegó el doctor a hacerme la revisión de rutina le pregunté que por qué no había yo tenido ganas de ir al trono... Su respuesta me dejó helado... "Ah, no te preocupes, es que cuando entraste a quirófano, te hicimos un lavado"...  ¿¿¿¿Quéeeeee???? ¡¡¿¿Quién mieeerrrda había consentido eso??!!! Nadie me preguntó "Oye, Ya que andamos en esas de operarte la pierna, ¿no te gustaría que te aplicáramos el Paquete Destapes?" ¿Mis papás habían dado consentimiento de eso? Que poca madre... Lo único que le doy gracias a Dios es que el anestesiólogo fue un chingonazo... me he despertado a la mitad de su Paquete Destapes y no habría habido poder humano que me hiciera ser normal de nuevo...  Ya me veo con el psicólogo preguntándome "Toma este oso de peluche y señálame dónde introdujeron la Karcher..."

Hay otra cosa que neta neta no extraño... Los baños de esponja. Se oye divertidos al principio, y crees que está chido que no tengas que hacer ningún esfuerzo para bañarte, ya que hay alguien que lo hará por tí. Pues mis queridos lectores, déjenme decirles que no, no es divertido, no, no es sexy, y no, no es como en las películas porno. No entra una enfermera que se cae de buena con una esponja y una cubeta, diciéndote "Has sido un muchacho sucio, y voy a tener que lavarte para que aprendas una lección" mientras se queda en lencería... No no no... es como bañar ganado para ellos (que en mi caso es algo muuuy similar). No te preguntan "Jóven, ¿me permite levantarle salva sea la parte para lavarle?" La levantan y le tallan con singular alegría. Te hechan el agua valiéndoles madre que esté tibia, caliente o fría. Así que es de las cosas que no... no extraño nadita de nada.

Hace algunos años tuve un choque bastante fuerte, donde yo no iba manejando, no tuve la culpa, y terminé hospitalizado 4 días. Ahora aqui va un tip del Panda para todos mis lectores y lectoras que me siguen... si van a chocar, por el amor de Dios, no lo hagan en un país más jodido que el nuestro... (No voy a decir en que país choqué por si alguien se ofende, en especial mis amigos Guatemaltecos). Una camioneta nos pegó del lado del pasajero a 60 km/h en un cruce sin semáforo, nos trompeamos y terminamos estrellados contra un poste de luz. Yo recibí todo el impacto, se me fue el aire, me lastimé el brazo, me corté con los vidrios, me pegué en la cara con la cabezota de la conductora (Jajaja se llamaba Yahaira... es neta...) se me salieron los zapatos, se me salió un pedo, pero podía moverme aún. Me dolía la espalda, el cuello, la cadera y el pecho. Mi puerta quedó encima de mí, con el cinturón de seguridad clavado en las lonjas. La única manera que tenía de salir era por la puerta del conductor. Llegaron los bomberos, y con el mayor profesionalismo me dijo uno de ellos "Oiga, ¿se puede mover?, es que está usted muy grande, así que encesitamos que nos ayude a sacarlo..." Bendito sea Dios que no tenía yo nada más grave, porque si no me hubieran acabado de chingar lo chingado.

Con un esfuerzo del tamaño del Queque (el Queque es un poco más grande que un chingo), logré empujarme y salir del carro. Ya afuera me subieron a una camilla... bueno... me acomodaron en una tabla, cargaron entre 6 cabrones mi magnánimo cuerpo, me pusieron un collarín tamaño Scotish Terrier (porque sólo a ese pinche perro le quedaba), y me subieron a la ambulancia. No me amarraron, no me sujetaron ni nada por el estilo. A la primer curva, casi me caigo de la chingada tabla (recuerden que me dolía mucho todo mi hermoso y escultural cuerpo). Si tuve que decirles "No mamen... deténganme, me voy a caer...". Ya entre mi ex-jefe y uno de los bomberos me sujetaron de la "Chumpa" (si no saben que és, háganme el favor de entrar a este link: http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070110140513AAKrlIi ).  De repente, se frenan para pasar un tope, y siento un chingadazo en la cabeza, con un sonido así como TOOOCCCC... Se cayó uno de los cascos de los bomberos y me dió justo en la tatema. "¡No mamen! si no me muero del choque, me van a matar ustedes..." y sí... se los dije.

Ya en el mejor sanatorio de la ciudad, me llevaron a sacarme como 30 radiografías. Cabeza de frente, de lado, brazo izquierdo, derecho, de costado, cadera de frente, de lado, piernas, espalda alta, baja, de frente, de costado (y no, no fueron 30 porque no cabía,  sino porque literalmente me escanearon todo el puerco). Pero no crean que era uno de esos Rayos X donde te acuestas y el aparato se mueve a tu alrededor... no, era fijo. Así que con todo el dolor que tenía ya en ese momento en el cuello, espalda, brazos, cadera y piernas, tenía yo que moverme y colocarme en posiciones extrañas para que pudieran ver si estaba algo roto. Me pedían que respirara profundo y que me mantuviera así sin moverme. Y todavía tuvieron la poca madre de decirme varias veces "Se movió señor... vamos a tener que repetirla..." ¡¡No mames!! no podía ni levantar un brazo del dolor, creía que tenía la espalda hecha mierda, ¿y estos pendejos me hacían retorcerme como chinicuil en comal?

Cuando acabó mi sesión de fotos, me pasaron a hacerme una tomografía, por el chingadazo que traía yo en la jeta. Ahora, si los han llevado a sacarse una tomografía alguna vez, sabran que el cuarto donde esta el chingado aparato es frío como la chingada (a los pinches pingüinos se les aflojan los mocos del pinche frío que hay ahí) y a mi me traían sólo con la chingada batita pendeja (que veo que es internacional). Empecé literalmente a temblar del puto frío que hacía. No me había muerto del choque, ni del traslado, ni de las radiografías... me iba a morir congelado como mamut prehistórico en una puta camilla... y para acabarla de chingar creo que o había cola para usar el aparato, o no sabían como mierda se prendía, porque me tuvieron ahí un chingo de tiempo. "Oiga joven... ya ni la chinga, deme algo pa taparme o sáqueme de aquí... lo voy a madrear completito y lo voy a meter a un pinche congelador de carnes frías con las nalgas al aire para que vea que chingón se siente" (no lo dije, pero hubiera estado chingón).

Ya en México, llegué con collarín, cabestrillo y dolor en todo el cuerpo. Para quedarnos tranquilos que neta yo no tenía nada, fui con un doctor que me recomendó una de mis ex y que trataba a toda su familia. Me puso la rechingada batita que tanto me gusta y procedió a hacerme el chequeo. Revisó mis radiografías, mis tomografías, el zurcido inglés que me habían hecho en el brazo (me cosieron una herida que ameritaba vendoletes), revisó mis electrocardiogramas. Y de pronto que siento su mano en las joyas de la familia... "Oiga Doc, ¿si sabe que estuve en un choque? no me violaron... ¿para que me revisa los panditas?" y su respuesta fue "Tengo que revisar que todo esté en su lugar..." Ok, creo que por eso dicen que se te suben los huevos a la garganta. El problema es que un año después regresé a que me revisara, porque traía yo una pinche tos de perro que creía que era neumonía... y cuando me hizo la revisión me volvió a agarrar los gumaros (Jajaja gracias OCO). "Oiga Doc, ¿Si sabe que lo que tengo es tos? ¿Por qué mierrrrda (leer con rrrrr marcada pa que se oiga más chingón) me agarra los webbos?"... "Pues porque tengo que checar que todo esté en su lugar...". ¡Mis Webbos! A mi no me engaña... digo, no lo culpo la neta, pero no mamen, por lo menos si se hubiera calentado tantito las manos antes de hacerme el favor...

Así que las enseñanzas del blog de hoy: 
1.- Cuídense y no hagan pendejadas que los lleven a un hospital, ya que ahorita años después lo puedo contar con una sonrisa en la cara, pero en su momento fueron pruebas muy fuertes que tuve que vivir con mi familia, por errores míos que no volveré a cometer.
2.- No choquen en un país cuartimundista... de por sí está de la chingada en México, ahora en un lugar más jodido está de la fruuuta.
3.- Si un Doctor se pasa de listo cuando los va a checar de cualquier cosa, cuéntenselo a quien más confianza le tengan... ¡y mucho ojo eh!

Y ya los dejo, porque me está doliendo la mano de tanto escribir, creó que hoy en la tarde iré a ver a mi Doctor, a ver si me hace el favor por lo menos...