domingo, 21 de enero de 2024

Mariposa

Cierro los ojos, recuestas tu cabeza sobre mi pecho. Me abrazas con ese amor que olvidaste hace años, besas mis párpados cerrados mientras aprietas tu puño aferrándote a mi camisa que se ha roto en el recuerdo empolvado del pasado. 

Una mariposa se posa sobre mi mano, estallando en llamas que me iluminan en esta obscuridad, solo para apagarse después en un instante, llevándose con ella el calor de tu piel y la sonrisa de tu mirada. 

Un suspiro suspendido en el tiempo hace eco en la negrura de tu ausencia. Me desvanezco en el vacío de quienes fuimos, la sombra del árbol marchito, el silbido de la canción de nuestro hogar derrumbado. Ya no soy aquel que te amó, y ya no eres ella, la niña que con ternura me amaba mientras se apoyaba de mi brazo.

¿Dónde estás? ¿Por qué me olvidaste? ¿Por qué me rompiste en mil pedazos? Abro los ojos al roce frío de la soledad que me abraza con miedo, que me cubre la cara con sus dedos largos y helados, mientras la mariposa, ahora en cenizas, yace apagada, muerta, entre mis manos.

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